El deseo sexual hipoactivo se refiere a la pobreza o ausencia de fantasías sexuales y la inhibición para tomar la iniciativa en el momento de un encuentro sexual, lo que genera muchas dificultades en una relación porque se confunde fácilmente con la falta de interés en la pareja y afecta gravemente la autoestima de quien se siente rechazado sexualmente.
La importancia del sexo no está si o si determinada en la frecuencia de las relaciones sexuales. Algunas parejas se sienten excelentes aun teniendo una intimidad sexual muy limitada. Otros, incluso con una alta frecuencia de relaciones sexuales, se sienten insatisfechos. La pregunta clave sigue encontrando respuesta en el sufrimiento expresado por uno o ambos cónyuges. Para muchas parejas, no es fácil encontrar el equilibrio adecuado entre los deseos de uno y otro sin caer en la frustración.
¿De dónde viene y cómo comienza?
Existen múltiples causas y razones por las que puede darse la falta de deseo sexual. A grandes rasgos, podemos dividirlas en dos grandes expresiones y pensar que el deseo sexual hipoactivo puede ser predominantemente orgánico, o predominantemente emocional. Cuando digo orgánico me refiero a un desequilibrio hormonal, como la prolactina o la testosterona, o alguna enfermedad de base, como la diabetes por ejemplo. A la vez, si las causas son emocionales, podemos pensar en cuestiones vinculares como la infidelidad, malestar en la pareja, falta de comunicación, dificultades en la crianza de los hijos, falta de amor, y también hay que evaluar los miedos, mitos, tabúes, el tipo de educación sexual recibida, las fantasías respecto al sexo y la religión, como algunos factores que influyen e inhiben el deseo sexual, afectando a la pareja.
Otras razones por las que se pierde el deseo sexual en una pareja:
Anticipación negativa del encuentro sexual (“no me gusta” “no voy a poder”, “va a ser otra vez lo mismo”, etc)
Concepción errónea de la sexualidad
Influencias de las normas sociales
Influencia de la educación religiosa
Pensamientos depresivos
Ausencia o poca presencia de pensamientos eróticos
Sentimiento de culpa, repugnancia o frustración
Desconocimiento del propio cuerpo y el cuerpo de tu pareja
¿Es un fenómeno nuevo?, ¿las redes y la hiperconexión tienen algo que ver?
No es un fenómeno nuevo, no tiene necesariamente que ver con la llegada de las redes sociales, sin embargo, es un fenómeno multifactorial, y podemos pensar que en un mundo hiperconectado hay mayor facilidad para acceder al estímulo sexual, y en esto las redes sociales y los medios de comunicación juegan un rol fundamental: vivimos en una era en la que pasivamente recibimos cientos de miles de estímulos eróticos y sensuales a lo largo del día, el sexo es utilizado constantemente como disparador de productos de consumo en las publicidades, desde bebidas sin alcohol hasta ropa interior, todo está sensualizado y sexualizado de algún modo, lo que probablemente genera una disminución en la habilidad para desear, para necesitar aquello que no se tiene.
¿Cómo influye el estrés?, ¿y el miedo a no ser tan bueno/a en la cama?
El estrés es uno de los principales enemigos del deseo sexual, principalmente porque históricamente y por falta de eduación sexual hemos pensado el deseo sexual como algo espontáneo, natural, que nos pasa a todos si o si, y que a lo largo de toda la vida se mantiene relativamente en las mismas condiciones. Sin embargo, la realidad es que el deseo fluctúa a lo largo de toda la vida, es vulnerable a las diferentes crisis vitales (el nacimiento de un hijo, una mudanza, una pérdida), a factores orgánicos (como desbalances hormonales o enfermedades) y no hay nada de espontáneo y natural, por el contrario, el deseo sexual disminuye si no se lo activa regularmente. En el único momento de la vida donde el deseo puede ser pensado como espontáneo es en la adolescencia, pero luego, con la rutina, el día a día, las obligaciones, el estrés y el pasar de los años...el deseo sexual disminuye y para recuperarlo, hay que ir a buscarlo. En este sentido, el deseo sexual puede ser pensado como una exigencia, pero lo cierto es que al no ser espontáneo la solución está en abrazarse, besarse, mimarse durante un determinado tiempo para que ese motor vuelva a ser puesto en marcha. Pero si hay miedos y temores, esto debe ser comunicado en la pareja, debe ser puesto en palabras para poder buscar primero una solución dentro de la relación y si no se logra, pedir ayuda a sexología para tener el tipo de respuesta que se está buscando.
¿Tiene que ver con falta de ganas o con preferir dejarlo para no hacer siempre rapiditos?, Y en caso de tener poco tiempo, ¿usted que recomienda?
El erotismo es una de las principales diferencias que hacen a una pareja. El erotismo, la sensualidad, el sexo y la intimidad son las cuestiones que diferencian a los amigos y a la familia de nuestra pareja. Por supuesto mi pareja puede ser mi amigo, pero esta diferencia tan notoria es la que tenemos que tener en cuenta cuando pensemos en lo que nos está pasando a ambos con la dificultad, por ejemplo, de tomar la iniciativa para tener relaciones sexuales.
Muchas parejas prefieren tener encuentros sexuales esporádicos pero de calidad, por sobre una gran cantidad de encuentros. Sin embargo, a veces, se pierden de la posibilidad de tener encuentros breves e intensos esperando las condiciones óptimas para poder encontrarse sexualmente, y lo cierto es que en el tiempo en que vivimos, con el cansancio laboral, las obligaciones del hogar, la crianza de los hijos y la rutina del día a día, muchas veces esas condiciones “óptimas” se desvanecen a lo largo de los días, de las semanas e incluso, de los meses. Por eso si bien la sugerencia es siempre priorizar la calidad, también recomiendo enfáticamente jugar a estar de novios todos los días, tener pequeños momentos para fomentar la pasión, sin necesidad de encontrarse sexualmente, sino por ejemplo volviendo a cenar a la luz de las velas, a recorrer con besos los cuerpos desnudos, a ir caminando de la mano y parar a besarse, etc. Es decir, no es necesario que cada encuentro termine en sexo, pero es sumamente necesario que la pasión se alimente día a día, para que cuando puedan tener un encuentro sexual, sea el broche de oro a situaciones altamente eróticas y sensuales que vivenciaron y promovieron, y no la mera descarga de la tensión sexual.
No importa cuántas veces por hora tienen relaciones, ni cuántas veces al día, al mes o al año. Se piensa mucho más allá de esto y se analiza cómo la pareja vive su sexualidad. Que ambos miembros de la pareja no tengan exactamente el mismo nivel de deseo es inevitable, incluso esperable. Sin embargo, para la salud de su relación, la pareja debe encontrar un ritmo respetando la naturaleza de cada uno.
¿Cuáles son sus síntomas y consecuencias?
Los principales signos del deseo sexual hipoactivo son la falta de interés en el sexo, el rechazo de demostraciones de amor y erotismo por parte de la pareja, la disminución de los encuentros sexuales, la distracción de la persona en el momento de estar teniendo relaciones, entre otros. Por supuesto, estos signos son señales de alarma, pero no deben ser tomados en forma aislada, ni autodiagnosticarse. Solo un sexólogo puede emitir un diagnóstico válido al respecto y brindar las herramientas para ayudar a una persona sola o a una pareja a salir de esa situación, recuperando el disfrute y el placer sexual.
Las consecuencias afectan directamente a la autoestima de la pareja, quien suele sentirse rechazado/a y comienzan las dudas: “será homosexual?” “me está siendo infiel?”, “será que ya no le gusto más?”, etc. Esto conlleva muchas discusiones en el seno de una relación, porque es un síntoma que trae uno de los dos, pero afecta a la pareja en su esencia más íntima.
¿Cuáles son sus causas (físicas, psicológicas, emocionales)?
Existen dos grandes cuestiones a evaluar en una consulta sexológica referida a deseo sexual hipoactivo.
Los factores orgánicos que en toda consulta sexológica hay que descartar necesariamente para tener un diagnóstico claro:
Enfermedades
Desorden hormonal (testosterona baja, prolactina alta, hipotiroidismo, etc).
Accidentes o traumas
Embarazo
Y algunos trastornos de la sexualidad, como disfunción eréctil o eyaculación precoz, y el vaginismo en el caso de las mujeres.
Otros
Asimismo, existen también factores emocionales que pueden generar una baja en el deseo sexual, por ejemplo:
Depresión
Baja autoestima
Infidelidades
Celos
Duelo
Falta de amor
Dificultades de pareja
Etc
Todos estos elementos influyen negativamente en el deseo sexual, generando una disminución notoria que en muchos casos, si no se accede a una consulta sexológica a tiempo, se corre el riesgo de poner en jaque a la pareja por un síntoma al que prestando debida atención puede encontrar una gran mejoría de manera exitosa.
¿Es más común en hombres o en mujeres (si puede aporte porcentajes)?
Si bien este es un síntoma que aparece tanto en hombres como en mujeres, en mi consultorio sexológico noto una predominancia femenina en las consultas. Hasta junio del 2018, más del 60% de las consultas femeninas fueron por una baja en el deseo sexual. Sin embargo, el stress, la rutina, el agotamiento laboral, las obligaciones y el día a día lleva a que muchos hombres también logren hacer una consulta por baja en el deseo sexual, lo cual es beneficioso, porque se animan a consultar y acceden a un tratamiento que les permite mejorar algo, que, en caso de no resolverlo a tiempo, tiende a empeorar, nunca a mejorar por si solo, o de manera “espontánea”. Definitivamente si bien son las mujeres las que llevan la mayoría de las consultas, hay que pensarlo realmente como un síntoma que afecta de lleno en el corazón de la pareja, por lo tanto las consultas también deben ser pensadas como consultas dentro del marco de un proceso que los involucre y los comprometa a los dos en la mejoría.
¿Hay edades o se puede dar en cualquier momento?
No hay edades para las que pueda comenzar a bajar el deseo sexual, puede suceder en cualquier momento de la vida, y bajo cualquier circunstancia. Por eso hay que estar atentos y de percibir uno o varios signos de este trastorno, acudir a un Psicólogo Sexólogo para poder resolver rápidamente lo que está sucediendo. Cuanto antes se consulte, antes se puede solucionar, porque los síntomas tienden a empeorar si no se busca ayuda a tiempo.
¿Cómo influye en la pareja?
Como en casi todas las cuestiones de una pareja, el sexo es también una construcción de los dos. Cada uno de los miembros de la pareja aporta al erotismo, a la sensualidad y al encuentro sexual una dosis diferente en intensidad, calidad, formas, gustos y preferencias. En esta construcción, íntima y profunda, la pareja funda los cimientos de sus relaciones sexuales. Es decir: un hombre pudo haber sido super pasional con su ex pareja pero distante y mecánico con su pareja actual, o viceversa. Si ni siquiera nosotras mismas somos iguales a lo largo de 28 días, es complejo pensar que el sexo es una cuestión unilateral. Por el contrario, junto con la comunicación, la confianza y los sentimientos, el sexo es uno de los cuatro pilares que forman una relación de pareja; y cada uno de ellos se retroalimenta de los otros.
Hace algún tiempo, en mi consultorio sexológico de Clínica de Parejas escuché a una paciente quejándose de que su marido la “molestaba” una vez por semana para tener relaciones sexuales. Sin embargo, ella directamente accedía a tener relaciones para no volver a ser “molestada” en el corto plazo, e incluso sacaba la cuenta estimativa de cuánto tiempo pasaría si accedía esta vez hasta la próxima. Bajo el lema “lo hago más por él que por mí”, muchas mujeres dejan de lado su vida sexual hasta el final de sus días (o de su relación, lo que suceda primero). Afortunadamente luego de un proceso de terapia sexológica esta pareja hoy disfruta de cada encuentro sexual, lograron una plenitud que nunca habían sentido en su vida y ella incluso ¡toma la iniciativa!. Es importante pensar que el deseo sexual no es espontáneo, no es “natural”, por el contrario, en casos donde hay una disminución en el deseo sexual, es mejor planificar con la ayuda de un sexólogo los encuentros sexuales, a dejar que sucedan espontáneamente, porque es probable que esta condición no mejore por sí sola, por cierto: empeora si no se pide ayuda a tiempo.
Afortunadamente hoy muchas mujeres toman la iniciativa, y el paradigma machista donde es él quien siempre tiene ganas y nosotras ponemos excusas ha ido modificándose con el tiempo. Las mujeres hemos logrado empezar a decir qué queremos, cómo cuándo, con qué intensidad o frecuencia. Y en esto ha tenido una fuerte incidencia el uso masivo de las pastillas anticonceptivas, la revolución femenina hacia los años 60, que ha permitido a las mujeres a ver la sexualidad como un plano a explorar y disfrutar sin excusas, prejuicios ni estrictos tabúes.
Por supuesto, si una pareja tiene una relación empobrecida en lo afectivo, difícilmente logre encuentros sexuales placenteros. El amor no justifica la falta de sexo, la falta de deseo. Por el contrario, por mucho amor que tenga la pareja, si no hay sexo, es importante la consulta sexológica para evitar que el cuadro se complejice aun más. Hay una tríada muy interesante que suelo mencionar en las consultas sexológicas y de terapia de pareja: a diferencia de la relación con los amigos, fraterna y cariñosa, la relación de pareja tiene requisitos básicos para funcionar mejor: intimidad (o sincronía, amistad, compañerismo), pasión y compromiso. Si el amor y el compañerismo están y funcionan bien, es importante preguntarse qué pasa con la pasión, con el erotismo, y buscar la forma de recuperarlo. Hoy las mujeres son también partícipes de esta mejoría, muchas se dan cuenta de que algo está funcionando mal en su vínculo cuando el sexo comienza a estar en un tercer...o cuarto plano, y deciden consultar.
¿Cómo se diagnostica y cómo se lo trata?
En mi consultorio sexológico buscamos primero un diagnóstico diferencial, identificar cuales pueden ser las causas orgánicas, fisiológicas (generalmente hormonales) y cuales pueden ser las emocionales, relacionales. Si se trata de una baja en el deseo con causas predominantemente orgánicas, hay que trabajar en conjunto con el médico para que pueda proveer las indicaciones clínicas necesarias para equilibrar las hormonas y tener un buen rendimiento sexual. Sin embargo, esa predominancia, no implica la totalidad de la respuesta, porque somos seres sociales, no solo biológicos. En esa mirada integral hay que pensar que no es lo mismo acompañar a una pareja donde el hombre de 60 años no logra buenas erecciones y evita en el tiempo lo más que puede un nuevo encuentro sexual, generando que la baja en el deseo sea producto de la frustración por el mal desempeño y la ansiedad anticipatoria de una nueva disfunción eréctil, que a una mujer sola que en sus treinta años conoce a un chico pero no tiene el menor interés sexual en él...ni en nadie.
La forma de tratar el deseo sexual es sumamente exitosa, hay tratamientos, técnicas y estrategias muy específicas que favorecen y aportan al aumento del
deseo, generando una mayor conexión en la pareja y con uno mismo, de modo que se pueda lograr una vida sexual plena y feliz con el transcurrir de algunas consultas sexológicas adecuadas.
Lic. Mariana Kersz
Psicóloga y Sexóloga
facebook.com/clinicadeparejas
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